h1

Operación milagro: un ejemplo de cooperación Sur-Sur

February 24, 2010

La llamada Operación Milagro puede que sea una de las mayores iniciativas médicas de la historia a través de la cual personas de bajos recursos de países en vías de desarrollo son operadas de manera gratuita de enfermedades relacionadas con la visión.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen en el mundo aproximadamente 161 millones de personas con discapacidad visual, de las cuales, 50 millones son ciegas, situándose el 90 por ciento de éstas en países en vías de desarrollo, clara muestra de la estrecha relación existentes entre ceguera y pobreza. Ante esta problemática, en julio de 2004 a propuesta de Cuba y con el apoyo económico y sin cortapisas de Venezuela se puso en marcha el programa de salud visual “Operación Milagro” con el objetivo de erradicar de América Latina la ceguera prevenible o curable, proponiéndose como fin último operar en los 10 primeros años del programa a 6 millones de latinoamericanos sin capacidad económica para pagarse por sí mismos esta operación, de manera totalmente gratuita, para lo que ya se han instalado decenas de centros oftalmológicos en toda América Latina y el Caribe.

La que para muchos es considerada “la mayor iniciativa de solidaridad médica de la Historia” tal y como afirma José Manzaneda, periodista, coordinador del portal audiovisual http://www.cubainformacion.tv y miembro de la asociación Euskadi-Cuba, ha extendido su contribución a otras partes del mundo además de Latinoamérica como África y Asia, operando, desde su puesta en marcha en julio de 2004 hasta octubre de 2008 de dolencias visuales como cataratas, glaucoma o estrabismo, a 1.313.213 personas en 31 países diferentes de tres continentes.

Así, la “Operación Milagro” se ha dejado notar, entre otros muchos sitios, en la isla indonesia de Java, la cual, aún hoy se está recuperando del terremoto que el pasado 27 de mayo de 2009 causó estragos en esta poblada isla del sudeste asiático. Cuando se produjo la tragedia, 135 profesionales médicos de Cuba se desplazaron a la zona para prestar su ayuda, algo que llegó a sorprender a la población local indonesia, entre otros, a su coordinador regional de salud, Dr. Ronny Rockito, el cual afirmó: “Nos sorprendió ver llegar a doctores de un país pobre, un país tan lejano del que conocíamos muy poco […] podemos aprender mucho del sistema de salud cubano”.

Este ejemplo de cooperación Sur-Sur tiene su plasmación también en el continente africano. Así, la “Operación milagro” ha instalado un centro en la sureña provincia de Benguela en el que forma a “futuros oftalmólogos angolanos” afirma César Sorzano, director clínico de este centro. El primer país africano en el que la “Operación Milagro” comenzó a funcionar es Mali y a través de éste Estado “son operados gratuitamente no sólo nuestros ciudadanos sino también otros provenientes de todo el continente africano” afirma el embajador de Mali en Cuba, Fidele Diarra. Así, en este país se atiende de manera de gratuita a pacientes procedentes de Guinea, Costa de Marfil, Gambia, Senegal, Mauritania, Níger, Burkina Faso, Camerún o Chad, entre otros. El último dato existente acerca del número exacto de personas atendidas es de octubre de 2008 y se eleva hasta 6.714.

Sin embargo, si hay un sitio donde la “Operación Milagro” se ha dejado notar ese es América Latina y el Caribe. Así, existen delegaciones del programa en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Haití, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Uruguay, Paraguay, Guyana, San Vicente y las Granadinas o Granada, entre otros, lo que supone una red de más de 50 centros oftalmológicos, alrededor de 80 posiciones quirúrgicas y casi 900 profesionales. La “Operación Milagro” se desarrollaba también en países como Perú o Panamá, sin embargo, los gobiernos de ambos Estados decidieron dejar de formar parte del ámbito de actuación del programa al considerar que podía suponer una forma de injerencia e infiltración en sus fronteras.

 

Sólo en Bolivia, los oftalmólogos cubanos han llevado a cabo hasta el momento 425.000 cirugías oculares a través de los “18 centros oftalmológicos integrados en este programa repartidos por todo el país, con más de 242 médicos” afirma el embajador de Cuba en La Paz, Rafael Dausá. Entre otros países latinoamericanos, en Venezuela se han operado a más de 500 mil personas, y en la propia Cuba, gran protagonista de este programa, más de 150 mil de sus conciudadanos han sido asistidos por él.

 

 

Sin embargo, a la expulsión del programa por parte de los gobiernos de Perú o Panamá, se han unido diferentes colegios y asociaciones médicas de países como Bolivia, Honduras o Uruguay protestando por la presencia de médicos cubanos en sus respectivos Estados puesto que pueden suponer una competencia desleal obviando, en algunos momentos, el hecho de que este programa está dirigido no a las clases sociales más pudientes sino precisamente a aquellos que no tienen la suficiencia económica como para permitirse una operación de este calibre.

 

Se trata, por tanto, de un programa en el que se ejemplifica con total nitidez aquello que debe suponer la cooperación Sur-Sur como variante válida a la histórica y, en ocasiones, paternalista cooperación que a los países del Sur llega desde el Norte. Tanto es así que la “Operación Milagro” posibilitó que las primeras ayudas que llegaron a Haití para actuar en la crisis generada en ese país como consecuencia del terremoto del mes pasado fueran médicos y profesionales de este programa “arribando a Haití aproximadamente 30 enfermeros y personal de laboratorio con insumos, bolsas de suero y plasma” afirma la internista, Olga María Delgado, los cuales, vinieron a sumarse al contingente de 344 médicos y paramédicos que ya trabajaban en el país. Incluso, el Centro Oftalmológico de la “Operación Milagro” se convirtió en un hospital general en el que “es posible que en la primera semana después del seísmo se realizarán más de 1.000 intervenciones”, afirma Delgado.

 

 

Por tanto, la “Operación Milagro” plasma de manera ciertamente positiva una forma de cooperación de la que cabe destacar que no se produce desde un país desarrollado con una capacidad más que suficiente para dedicar parte de su PIB a la cooperación con el Sur, sino que parte como una iniciativa solidaria de cooperación desde un país en vías de desarrollo, como lo es la República de Cuba, hacia otros de características similares.

 

Mario Santacruz Garrido

Leave a comment